Cuando algo me gusta mucho, repito, y repito, y vuelvo a repetir.

Querer repetir, es para mi una buena medida de cuanto me ha gustado algo.

Repetir siempre que las circunstancias lo permitan, claro.

Por ejemplo, ¿te gustó ese país donde estuviste? ¿mucho? ¿tanto como para volver?

¿Te gustó aquella película? ¿realmente te gusto? ¿la recomendarías? pero, ¿seguro que la volverías a ver?

¿Y que tal aquel restaurante? ¿y aquella comida que pediste? ¿y aquel plato que cocinaste? ¿y aquel bareto? mmmmmmmm…

Pero me doy cuenta que me pasa con otras muchas cosas.

Si un texto realmente me gusta, normalmente me gusta volverlo a leer. Tengo libros de los que no me quiero desprender, son libros para releer en algún momento. Claro otros son de una lectura, y otros no llegan ni a eso, porque agotan mi paciencia y los abandono. Como dijo alguna vez Alejandro Dolina, por cada libro malo que lees es uno bueno que dejas de leer (y lo mismo aplica con cine, teatro, etc, etc). Así que estoy un pelín exigente, porque la oferta es ilimitada y mi vida finita.

Pero hoy recordando todo esto, me daba cuenta que me pasa lo mismo con las conversaciones, cuando han sido realmente buenas, tengo que ir a casa, tomar notas, leer algo al respecto, escribir algún correo con comentarios, referencias, etc. De alguna forma no dejar la conversación pasar, poder volver a ella, aprender, refrescar lo conversado. Y pasan los años, y me acuerdo de tal y cual conversación, aquel viaje que pase sin pegar ojo charlando, aquella vez que me recomendaron tal libro, tal disco, o aquella época que tanto hablábamos y tanto aprendí (esto lo escribo pensando en varias personas).

Lo que destaca, me gusta recortarlo y guardarlo, salvar esa página de Internet que me parece genial para poder leerla aún estando desconectado, guardar ese artículo del periódico que realmente merecería otro lugar mejor que un diario, conseguir ese libro en formato electrónico, reenviar ese texto que me abrió los ojos sobre algo, etc.

Tengo correos de personas queridas, que son para enmarcarlos… y me encanta releer conversaciones de chat especiales. Amigos que se podrían ganar la vida haciendo reir a la gente y con alguno de ellos he vivido situaciones que llevamos años y años recordando, repitiéndolas en la memoria.

Pero hay muchos textos, películas, países, restaurantes, correos, conversaciones, incluso personas, bastante insulsas. Pero hay que probarlas para saber lo que realmente buscas.

Hay mucho trabajo efímero que se consume (con suerte) y se tira: periódicos, televisión, cine, teatro, blogs, correos, panfletos, actas. Poco perdurará.

Hay conversaciones que son una simple sucesión de frases hechas, de poses, de autobombos, de "yos", de anécdotas insípidas, que se suceden y que según se escuchan, caducan.

Y afortunadamente existe todo lo contrario.

Más en lo personal hay personas en mi vida que me marcaron y me marcan, y no me canso de volver a reencontrarme con ellas.

Entonces ¿me vas a recomendar algo? ¿te gustó realmente o te hizo solo para pasar el rato? ¿repetirías? ¿seguro? perfecto, entonces recomiendamelo.

«El aventurero actual ha aprendido a contentarse con sombras de emoción. La televisión y el cine son sus melancólicos proveedores de asombro.»

Dolina, de nuevo…

Y es que no, no quiero simplemente pasar el rato…

Dedicado a algún que otro querid@ amig@, que me recomendó algún que otro pestiño.